Día 12: Kerið, Faxi, Geysir, Gullfoss, Thingvellir y Reikiavik
Llegaba el gran día. Recorreríamos el famoso Golden Circle, o Círculo Dorado, que aglutina algunas de las principales atracciones de Islandia. De normal, esta famosa ruta turística de unos 300 kilómetros, empieza y termina en Reikiavik, pero en nuestro caso comenzaríamos desde Selfoss para terminar en la capital islandesa.
Nuestra primera parada fue en el cráter Kerið, muy cerquita de Selfoss por la carretera 35. El cráter se encuentra en un terreno privado, motivo por el que tuvimos que pagar 400 coronas cada uno. Kerið se formó hace 3.000 años, aproximadamente la mitad de la edad de la mayoría de las calderas volcánicas que se encuentran en Islandia. Tiene forma ovalada con 270m de largo, 170m de ancho y 55m de profundidad. Desde las alturas, con imaginación, dicen que tiene forma de ojo de dragón. Pero si algo destaca de este cráter, además del bonito lago que hay en su interior, son las tonalidades rojizas de la tierra sobre la que crece musgo verde contrastando, de esta manera, con los campos de lava estériles y austeros que se encuentran a su alrededor.
Mientras bordeábamos el cráter, millones y millones de pequeños mosquitos impactaban con nuestras caras. No pican, pero era demasiado molesto, sobre todo cuando alguno lograba con éxito introducirse en el ojo. Nos recordó a Mývatn, pero aquí eran muchos más. Con tal experiencia, no sé como Björk pudo dar un concierto en medio del lago desde una balsa. Me puedo imaginar a todos los espectadores dando palmas sin parar solo para ahuyentar los mosquitos. Descendimos al interior del cráter hasta llegar a los pies del lago mientras agitábamos los brazos. Sobre el agua, que tiene tonalidades verdes, nos sorprendió ver algunos peces y empezamos a teorizar de cómo habrían llegado ahí. Misterios de la vida.
Seguimos la carretera hasta el desvío que nos llevaba a la cascada Faxi, también conocida como Vatnsleysufoss, situada en el curso del río Tungufljót. No destaca por sus 7 metros de altura, aunque tiene un gran caudal de agua debido a sus 80m de anchura. Parece irónico, pues Vatnsleysufoss significa en castellano "cascada sin agua". El acceso a Faxi cuesta 700 coronas por vehículo y tiene varios miradores y una pasarela para poder bajar a pie de río. Nos llamó la atención una escalera, por la que corre el agua, situada a un lado de la cascada cuya funcionalidad es que los salmones puedan subir por ella en época de apareamiento. Faxi no es muy popular, pero aún así nos pareció muy bonita. Además, tiene la ventaja de que se encuentra poco transitada permitiendo disfrutar de manera más relajada.
Llegábamos al valle de Haukadalur, una de las zonas geotermales más activas del país y posiblemente la más famosa del mundo. Allí se encuentra Geysir, o Gran Geysir, el primer géiser que se descubrió y que ha dado nombre a este tipo de fenómeno natural. Su nombre viene del verbo islandés geysa que significa emanar.
Aparcamos en el parking que se encuentra en la zona de restauración. Un sendero marcado y acordonado recorre la parte de los géiseres del valle. En el recorrido, además de poder ver sus 6 géiseres, encontramos fumarolas, bellas piscinas naturales y pozas de lodo coloridas y burbujeantes. Aunque hay que tener mucho cuidado con no tocar el agua ya que puede rondar los 100º.
El Gran Geysir, cuyos estudios indican que tiene más de 10.000 años, se encuentra actualmente inactivo. Tiende a entrar en erupción de forma cíclica debido, normalmente, a la actividad de las placas tectónicas. Su última actividad fue en el año 2000 cuando llegó a arrojar agua a una altura de 122 metros tras un terremoto. Pero, igualmente, podemos ver el poder de un géiser en su vecino Strokkur que suele actuar cada 10 minutos aproximadamente arrojando agua a una altura entre 15 y 30 metros. Estas erupciones se producen por el contacto del agua con rocas calentadas por el magma que provoca que el agua hierva rápidamente, aumente su volumen y acabe siendo expulsada al exterior por presión. Son muchísimos los turistas que se reúnen alrededor de Strokkur a esperar que erupcione, un fenómeno que no nos podíamos perder en Islandia. Fue impresionante.
Cerca del valle, hay una área de picnic donde aprovechamos para comer. Pertenece a un camping, por lo que cuenta con zona de aseos que venía bastante bien. Durante ese periodo, el tiempo, que hasta entonces estaba soleado, cambió totalmente y se nubló llegando a caer alguna que otra gota.
Era el momento de conocer Gullfoss. En un país donde las cascadas son casi su mayor atractivo, se podría decir que Gullfoss es la más famosa de todas. Por algo su nombre significa cascada de oro. Según los cuentos populares se debe a que el acaudalado granjero Gýgur arrojó allí todo su oro antes de morir para que nadie pudiera arrebatárselo. La zona cuenta con un extenso parking y área de restauración. Un corto sendero con numerosos miradores lleva hasta esta maravilla de la naturaleza que se encuentra sobre el río Hvità y que se precipita al vacío en dos alturas; la superior tiene un desnivel de 11 metros y la inferior de 21 metros. El caudal promedio es de 109m³/s, llegando a registrar crecidas de hasta 2.000m³/s. Nos recordó levemente a Dettifoss, no obstante, la doble caída de Gullfoss la hace más hermosa. El sendero finaliza en la cascada superior, donde hay que andarse con cuidado debido a que el suelo está bastante resbaladizo. Es aconsejable llevar un chubasquero, pese a que en esta ocasión no nos mojamos tanto como en otras cascadas. Fue una pena que se hubiera nublado pues, los días soleados, es posible ver un arco iris saliendo de Gullfoss.
Aunque parezca mentira, Gullfoss estuvo apunto de desaparecer como tal en la década de 1920, cuando un grupo inversor de capital extranjero quiso aprovechar la cascada para construir una presa y crear una central hidroeléctrica. El dueño del terreno por aquel entonces, Tómas Tómasson, se negó a vender las tierras, pero los inversores lograron obtener los permisos directamente del Gobierno. La hija de Tómas, Sigridur Tomasdottir, caminó descalza hasta Reikiavik en protesta y llegó a amenazar con arrojarse sobre la cascada. Finalmente, los inversores dieron marcha atrás y abandonaron el proyecto ante las críticas generadas en todo el país. Hoy en día, Gullfoss es reserva natural y una placa luce en honor a Sigridur Tomasdottir.
Hasta ahora, todas las atracciones vistas en el Círculo Dorado estaban dentro de la carretera 35. Era el momento de soltarla para poner rumbo a Laugarvatn. El pequeño poblado, situado a los pies del lago de nombre homónimo, se encuentra en una zona geotermal y aprovecha sus fumarolas para el spa de los Baños de Fontana. Bajo el suelo del lago corren aguas termales que provoca que tenga una temperatura cálida durante todo el año. Nuestra visita fue muy corta, ya que nada más bajar de la camper nos bombardearon de nuevo esos pequeños mosquitos tan molestos. Además, tocamos el agua del lago y la notamos fría. A seguir con la ruta.
Llegamos al lugar de mayor importancia histórica de Islandia: el Parque Nacional de Thingvellir. Existen varios parkings repartidos a lo largo del parque. Nosotros fuimos al P1 que es donde se encuentra el centro de información. El coste de este parking es de 750 coronas. En el año 930, los vikingos establecieron en este lugar el primer parlamento democrático de la historia, el Alþingi. Por si esto no fuera poco motivo para visitar Thingvellir, el vasto valle sobre el que se encuentra se sitúa sobre la dorsal mesoatlántica, el lugar de encuentro de las placas tectónicas norteamericana y euroasiática. Por todo esto, está declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad.
Comenzamos a recorrer un sendero que se abría por la fisura de Almannagjá, una de las tantas fisuras que existen en el valle provocadas por el movimiento de las placas. De nuevo los mosquitos nos golpeaban la cara. Una bandera se alzaba en Lögberg, la roca de la ley, para marcarnos el lugar donde se levantó el primer parlamento islandés pese a que hoy en día no queda absolutamente nada. Un poco más adelante está Drekkingarhylur, un pequeño lago natural del río Öxara donde, antiguamente, se ahogaba a las mujeres culpables de infanticidio, adulterio, perjurio y otros crímenes graves. El sendero finaliza en la fotogénica Öxarárfoss, una cascada que desciende por la fisura de Almannagjá a raíz de que el curso del río Öxara se modificara para abastecer de agua el Alþingi. Retrocedimos de nuevo hasta Lögberg para tomar el sendero que nos llevaba a Þingvallakirkja, la primera iglesia islandesa que fue levantada por iniciativa del rey noruego Olaf II el Santo. Actualmente, hay una reconstrucción de 1859. Justo al lado, se encuentra la residencia de verano del primer ministro islandés. Con esto finalizábamos nuestra visita a Thingvellir y poníamos rumbo a Reikiavik. Cabe destacar que en en este Parque Nacional está la fisura de Silfra que está considerada como uno de los 5 mejores lugares del mundo para hacer buceo. ¿Te imaginas bucear entre dos placas tectónicas?
Tras haber disfrutado todo el día de las maravillas del Círculo Dorado, al fin llegábamos a la capital islandesa alrededor de las 19.30h. Fuimos directos al único camping de la ciudad que se encuentra en el barrio de Laugardalur. Reservamos previamente para las 2 noches que estaríamos y nos costó 5.800 coronas por día. El camping, que es bastante amplio, cuenta con todo tipo de servicios y está en muy buenas condiciones. Fue el más caro de todos los que estuvimos. Al lado del camping teníamos una parada de autobús, así que decidimos que en Reikiavik nos moveríamos con este medio. El precio del billete sencillo es de 490 coronas y se ha de pagar exacto ya que el conductor no devuelve cambio. La alternativa, y por la que optamos nosotros, es comprar el billete a través de la app Klappið .
Bajamos del bus por la zona del casco viejo y lo primero que hicimos fue irnos a cenar al puesto de perritos calientes más famoso del país: Bæjarins Beztu Pylsur. Curiosamente, su nombre traducido al castellano significa "los mejores perritos calientes de la ciudad". Abierto desde 1937, se encuentra en una pequeñita plaza de la calle Tryggvagata. En 2004 el expresidente de EEUU, Bill Clinton, visitó este lugar y desde entonces su popularidad aumentó ya que comenzó a aparecer en todas las guías turísticas de Islandia. Además, en 2006, el diario británico The Guardian lo seleccionó como el mejor puesto de perritos calientes de toda Europa. Siempre tiene cola, pero va bastante rápido, y, en la misma plaza, hay mesas para poder disfrutar del perrito que tiene un coste de 550 coronas. Sinceramente, creo que su fama es algo desmedida. Nos esperábamos algo más elaborado. Es cierto que está bueno por las salsas, pero la salchicha era exactamente la misma que comprábamos nosotros en los supermercados islandeses para cocinarlas nosotros.
Salimos a la bonita y animada calle peatonal de Laugavegur que cuenta con pintorescas casas y una gran oferta en cuanto a comercios, ocio y restauración. De aquí nace la fotogénica calle Skólavörðustígur que comienza con un arco iris pintado en el suelo y finaliza con la Hallgrímskirkja, el templo y monumento más emblemático de Reikiavik. Esta iglesia luterana, que fue diseña por Guðjón Samúelsson y construida entre los años 1945 y 1986, destaca por sus 73 metros de altura y su estética inspirada en las columnas de basalto volcánico que tanto habíamos visto por toda Islandia. Delante de la Hallgrímskirkja hay una estatua de Leifur Eiríksson, un explorador vikingo que está considerado el primero en descubrir América del Norte. Parece ser que se le adelantaron a Cristóbal Colón... Es posible subir a lo alto de la torre por 1.200 coronas en horario de 10h a 19.30h. Para nosotros ya era demasiado tarde.
Para finalizar el día fuimos a Kaffibarrinn, uno de los pubs con más historia de la capital islandesa. Su fama aumentó a partir de salir en la película 101 Reykjavik, aunque antes de esto tenía clientes tan conocidos como Damon Albarn, cantante de Blur y Gorillaz. Este pub bohemio suele ofrecer música indie, electro y house. Al ser lunes no había mucho ambiente, aún así nos pedimos unas pintas de cerveza IPA por 1.500 coronas cada una.
Día 13: Reikiavik, Kleifarvatn y Blue Lagoon
Nos levantamos siendo conscientes de que este maravilloso viaje estaba llegando a su fin. Íbamos a aprovechar toda la mañana para terminar de conocer Reikiavik, la capital más septentrional del mundo. Un tercio de la población islandesa, 120.000, viven en esta ciudad. Con estos números es más fácil hacerse a la idea de lo despoblada que está Islandia en general y de lo pequeñita que es Reikiavik. Su nombre significa bahía humeante por el vapor que desprenden sus aguas termales. Fundada en el año 870 por el vikingo noruego Ingólfur Arnarson, no fue hasta 1845 cuando fue declarada capital de Islandia tras trasladarse el Alþingi de Thingvellir a Reikiavik.
Nuestra primera parada del día fue en el llamativo edificio Harpa que alberga un centro de conciertos y conferencias. Inaugurado en 2011 y situado a orillas del mar, su fachada está formada por un entramado de coloridos hexágonos alargados de cristal, inspirados en las rocas basálticas, que crean un juego de reflejos con la luz natural. Accedimos dentro de su reluciente interior, pero poco había que hacer a no ser que fuéramos a alguna visita guiada, conferencia o concierto. Y no era el caso.
Seguimos nuestro paseo por el encantador Puerto Viejo. Construido a principios del siglo XX, hoy en día es uno de los lugares más populares de la ciudad. Los viejos barcos pesqueros han sido reemplazados por otros más turísticos que ofrecen avistamiento de ballenas y otras actividades marinas. Además de tener numerosos museos, es una de las mejores zonas para comer con una gran oferta en restauración. Así que aprovechamos la ocasión para probar la sopa de langosta más famosa de la capital, y dicen que la mejor del mundo, en la pintoresca casa pesquera de Sægreifinn. El precio, para ser Reikiavik, nos pareció barato: 1.500 coronas la sopa. Eso sí, no era gran cantidad.
Fuimos a Austurvöllur, un pequeño parque de hierba rodeado de cafeterías donde los locales suelen hacer picnics y que, en ocasiones, acoge algún concierto al aire libre. Se encuentra coronada por la estatua de Jón Sigurðsson, líder del siglo XIX del movimiento por la independencia de Islandia con el Reino de Dinamarca. También es lugar de manifestaciones ya que enfrente se encuentra el actual Alþingi y la Dómkirkjan, la modesta y pequeña catedral luterana de Islandia.
Un poco más adelante está el lago Tjörnin con más de 40 especies de aves migratorias donde los más pequeños disfrutan echándoles migas de pan. En invierno, al estar el lago congelado, es posible patinar sobre él, aunque las autoridades calientan una parte con agua geotermal para que las aves puedan seguir haciendo vida en el lago. En sus alrededores está el Ayuntamiento, la Galería Nacional de Islandia, la Iglesia Libre de Reikiavik y varias esculturas curiosas entre las cuales nos llamó la atención el monumento al burócrata desconocido; una obra satírica de Magnús Tómasson donde encontramos un trabajador andando con maletín en mano que está a medio esculpir pues de mitad para arriba es un bloque de piedra.
Volvimos de nuevo a la bulliciosa Laugavegur para ir a Sandholt, una de las mejores panaderías de la ciudad donde hacen unos dulces riquísimos a los que no nos pudimos resistir. Nos sorprendieron los museos que acogía esta zona, sobre todo el Museo Falológico de Islandia. Sí, un museo de penes, donde no entramos, pero que leímos que expone 1 miembro humano, 286 miembros de animales y piezas fundidas en plata de las partes íntimas de los jugadores de la selección de balonmano de Islandia. El barrio está plagado de colorido street art. Hasta en el suelo podemos encontrar divertidos juegos pintados como una pista de atletismo o una rayuela interminable.
Nos dirigíamos ahora al barrio de Tún para ver Sólfar, el Viajero del Sol en castellano. Una escultura de Jón Gunnar Árnason realizada en 1986 para conmemorar el bicentenario de la constitución. Se trata de un enorme esqueleto de acero, a orillas del mar y con el monte Esja de fondo, que recuerda a los barcos vikingos. Pese a que la intención del autor era crear un barco de sueños para que el espectador imaginara hasta donde podría viajar con él. Hoy en día es uno de los lugares más fotografiados de Reikiavik, aunque nos sorprendió ver cómo los turistas respetaban las fotos de tal manera que pudimos hacerla sin problemas con nadie que se colara.
Volvíamos al camping para coger la camper y dirigirnos a Perlan, un edificio con cúpula de cristal inaugurado en 1991 que alberga exposiciones audiovisuales sobre Islandia. Se encuentra en la zona sur de Reikiavik y el motivo de nuestra visita era subir al mirador de 360º que hay sobre su cúpula. Supuestamente tiene un coste, pero no vimos en ningún lugar donde pagar ni nadie que cobrase un ticket. Las vistas son espectaculares, incluso pudimos ver el Snæfellsjökull. Tuvimos suerte de tener buena visibilidad.
Con esto dábamos por finalizada nuestra ruta turística en la capital Islandesa. Ahora nos dirigíamos a Blue Lagoon, pero por el camino nos desviamos por la carretera 42 para detenernos en unos miradores del lago Kleifarvatn que pertenece a la Reserva Natural de Reykjanesfólkvangur de la península de Reykjanes. Situado en la zona de fisura creada por las placas tectónicas euroasiática y norteamericana, la actividad volcánica y geotermal de la zona ha creado un paisaje surrealista con playas de arena negra y acantilados cubiertos por una gruesa capa de lava. El lago, que no tiene corrientes de agua que lo alimenten, disminuyó un 20% su volumen, que fue recuperando poco a poco, a raíz de una serie de terremotos ocurridos en el año 2000. Se dice que en sus oscuras aguas, por las que fluyen aguas termales, vive una criatura con forma de serpiente y del tamaño de una ballena. Entre éste y el monstruo de lago Lagarfljót, parece que a Nessie le ha salido una dura competencia en Islandia.
Seguíamos por el sur de la península de Reykjanes entre humeantes fumarolas e imponentes campos de lava mientras teníamos a un lado el océano. Por esta zona se encuentra el volcán Fagradalsfjall que entró en erupción en febrero de 2021 y lo volvió a hacer 2 semanas después de nuestro viaje. Una lástima que no lo hiciera durante nuestra estancia porque hubiera sido la guinda del viaje haber podido verlo. Una vez llegamos a Grindavik, único poblado de la costa sur de Reykjanes, ya solo quedaba tomar la carretera 43 y seguir las indicaciones hasta Blue Lagoon.
Blue Lagoon es el spa geotermal más famoso de Islandia y, posiblemente, del mundo. La historia de este balneario, considerado como una de las 25 maravillas del mundo por National Geographic, comenzó en 1976 tras la construcción de la central geotérmica de Svartsengi. El agua que desechaba la central se liberaba a los campos de lava de alrededor para que se filtrara y volviera a los acuíferos volcánicos de la tierra. Sin embargo, debido a la alta concentración de sílice que formó una capa de lodo sobre la tierra, esto no sucedía y comenzó a acumularse formando un espectacular lago de color azul lechoso. Los locales comenzaron a bañarse en estas aguas cálidas de las que se descubrieron propiedades únicas que ayudaban a curar enfermedades de la piel como la psoriasis. No fue hasta 1992 cuando se instaló el moderno complejo de Blue Lagoon con una enorme piscina que recrea el entorno que le rodea nutriéndose, igualmente, de las aguas de la central de Svartsengi.
Es aconsejable comprar las entradas con tiempo ya que hay un cupo máximo por día y tramo horario de llegada. Nosotros compramos las entradas más básicas con poco más de un mes de antelación desde la misma web https://www.bluelagoon.com/ y nos salió por 11.990 coronas cada uno. Ya entonces algunos tramos horarios estaban agotados. A pesar de que no hay límite de tiempo para disfrutar del spa, sí que se ha de indicar la hora de llegada. Debido a su cercanía con el aeropuerto Internacional de Keflavik, es muy común ir al spa antes de abandonar el país. Es por este motivo por el que hay consigna de equipaje en el parking. Al acceder te dan una pulserita con la que podrás abrir la taquilla y comprar cualquier cosa. A la salida sale registrado todo lo que has comprado y toca pasar por caja. La forma de proceder en los vestuarios ya la conocíamos por haber visitado otros spas previamente por Islandia. Lo más importante es darse una ducha completamente desnudo antes de entrar a la laguna, aunque al ser un lugar más turístico pude ver a más de uno que hizo caso omiso a esta norma obligatoria en todas las piscinas y spas públicos del país. Es importante quitarse cualquier joya o reloj ya que el agua de la laguna puede corroer el oro y la plata.
Cuando accedimos al lago nos pareció una pasada. Estábamos rodeados por negros campos de lava. El agua emanaba vapor al encontrarse a una temperatura media de 38º y era totalmente opaca con ese llamativo color azul lechoso provocado por el sílice. Era imposible ver a más de un dedo de profundidad. Lo único que rompía con la harmonía del lugar era ver al fondo las columnas de humo blanco procedentes de las chimeneas de la central geotérmica.
Con la entrada básica nos entraba una mascarilla facial de sílice y una bebida. Dentro del propio lago se encuentra la barra. Por lo tanto, la piscina estaba repleta de personas con cerveza en la mano y la cara embadurnada de barro silíceo blanco. Estuvimos cerca de 3 horas, lo suficiente como para salir completamente arrugados. Cabe destacar que Blue Lagoon cuenta con tiendas, 3 restaurantes y una cafetería.
Y con esto nos despedíamos totalmente relajados de Islandia. Volvíamos hacia el camping de Reikiavik. Al día siguiente nos tocaba recoger todo, devolver nuestra querida camper que nos acompañó durante 3.300 kilómetros y tomar el avión de vuelta a casa. Los paisajes islandeses nos habían robado el corazón.
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