El día prometía ser espectacular y el tiempo no podía ser mejor. Además, recibimos la noticia de que nuestras maletas finalmente habían sido localizadas y ya se encontraban en el hotel.
Nuestro plan para hoy era disfrutar de un día completo en el pulmón verde de Nueva York, un lugar que rebosa vida y tranquilidad: Central Park. Este parque, diseñado por los visionarios arquitectos paisajistas Frederick Law Olmsted y Calvert Vaux, fue el primer gran parque público de Estados Unidos y se inauguró oficialmente en 1858. Originalmente, el terreno de 341 hectáreas sobre el que se construiría era una extensión de tierras irregulares, salpicadas de colinas, lagunas y pantanos, sin una estructura urbana definida. En 1857, Olmsted y Vaux ganaron un concurso con su innovador diseño llamado "Greensward", que buscaba transformar ese paisaje inhóspito en un oasis accesible para todos. Su visión era crear un espacio donde los neoyorquinos pudieran desconectarse del frenético ritmo de la ciudad. Central Park no solo cumplió ese propósito, sino que se convirtió en uno de los lugares más emblemáticos del mundo.
Por las mañanas, el clima suele ser más frío, pero el sol ya empezaba a calentar el día. Salimos a la Octava Avenida para recorrerla a pie hacia el norte hasta llegar a Columbus Circle. Pero antes, al cruzarse la Octava con la calle 55, se encuentra McGee’s Pub, que dicho así posiblemente no te suene de nada. Sin embargo, si digo MacLaren’s Pub, es probable que te venga a la cabeza la melodía de la serie How I Met Your Mother. Y es que McGee’s es el pub real que inspiró el famoso bar donde los amigos de Ted Mosby solían reunirse. Sí, soy un fan de esta serie. Lástima que todavía estuviera cerrado a esas horas porque está totalmente tematizado con la serie.
Al llegar a Columbus Circle, hicimos una pequeña parada en el Whole Foods Market que se encuentra en la planta baja de The Shops at Columbus Circle, dentro del Deutsche Bank Center. Aprovechamos para comprar comida y así poder hacer un picnic en Central Park. Una actividad que nos hacía muchísima ilusión.
Entramos a Central Park por la entrada sudoeste. Un monumento dedicado a los marineros que perdieron la vida en el hundimiento del acorazado USS Maine en el puerto de La Habana en 1898 nos dio la bienvenida. Parecía que estábamos en otro lugar, los rascacielos se convirtieron en árboles teñidos con los primeros colores del otoño y los sonoros coches en bicicletas que circulaban a toda velocidad por su carril. El estrés de la ciudad se convertía en calma mientras las ardillas, con su curiosidad incansable, saltaban entre ramas y se acercaban a los paseantes en busca de comida. Definitivamente, Central Park era otro mundo, parece impensable que se tratara de la misma ciudad.
Es fácil perderse por los sinuosos senderos, así que no dudamos en tirar continuamente de Google Maps donde vienen todos los caminos indicados. Los rascacielos rodean el parque, destacando sobre todos el Central Park Tower, el edificio residencial más alto de la ciudad con 472 metros de altura.
Heckscher Playground fue nuestra primera parada, el parque infantil más grande y más antiguo de Central Park. Nuestro pequeño se lo pasó genial el ratito que estuvimos. Después, seguimos nuestro recorrido hacia Gapstow Bridge, dejando a un lado el Hallett Nature Sanctuary, un pequeño jardín escondido que decidimos no visitar ya que el sendero no es ideal para carritos. Gapstow Bridge es un bonito puente de piedra, construido en 1896, que cruza el lago The Pond dejando una estampa muy pintoresca. Tiene un encanto especial y es reconocido por muchos, especialmente si habéis visto Solo en casa 2: Perdido en Nueva York. En este lugar, Macaulay Culkin se encuentra con la entrañable "señora de las palomas". Además, desde aquí se puede apreciar el majestuoso Hotel Plaza, el alojamiento donde Kevin se hospedaba mientras esperaba noticias de sus papás.
Seguimos caminando hacia el norte hasta llegar a Wollman Rink, una de las atracciones más populares de Central Park. Desde finales de octubre hasta principios de abril, este espacio se convierte en una pista de patinaje sobre hielo, donde tanto locales como turistas disfrutan deslizándose en un entorno impresionante. Durante nuestra visita, sin embargo, la pista estaba siendo utilizada para un campeonato de pickleball, un deporte de raqueta originario de Estados Unidos que, en los últimos años, ha ganado una enorme popularidad. Justo al lado de la pista, se encuentra el Chess & Checker House, un encantador quiosco donde los visitantes pueden sentarse y disfrutar de una partida de ajedrez. Más adelante, se situa The Dairy, un edificio histórico de estilo victoriano que originalmente funcionaba como lechería y ahora alberga el centro de visitantes del parque. Es una parada ideal para obtener información o comprar algún recuerdo.
Hicimos una pequeña parada en una atracción llena de historia: el Carrusel de Central Park, que ha tenido hasta cuatro modelos diferentes a lo largo de los años. El primero, instalado en 1871, era un carrusel impulsado por una mula y un caballo que caminaban en un compartimento oculto bajo tierra. Estos animales fueron entrenados para arrancar y detenerse con un simple toque del pie del operador sobre el suelo. Posteriormente, los dos modelos siguientes funcionaban con energía a vapor, pero ambos fueron destruidos por incendios. El carrusel que podemos disfrutar hoy en día se trata de un tiovivo restaurado que estaba abandonado en una antigua terminal de tranvías en Coney Island. Con más de 100 años de historia, es uno de los carruseles más grandes de Estados Unidos, con 57 caballos tallados a mano y dos carros decorativos que añaden un toque único.
Nuestro peque no perdió la oportunidad de subirse a uno de los caballos y disfrutar de este clásico de Central Park. Los tickets tienen un coste de 3,5$ por persona, y los niños más pequeños deben ir acompañados por un adulto, quien también tiene que pagar su entrada. Es una de esas atracciones que no solo tiene un valor histórico, sino que sigue siendo una de las más divertidas y entrañables para quienes la visitan.
Seguimos paseando entre álamos americanos por The Mall, único tramo recto de todo Central Park. El comienzo de este paseo es conocido como Literary Walk y rinde homenaje mediante esculturas a alguno de los autores más influyentes de la historia como William Shakespeare, Robert Burns, Sir Walter Scott o Fitz-Greene Halleck. También está el monumento a las pioneras de los derechos de las mujeres que, curiosamente, es la primera y única escultura de Central Park que representa mujeres históricas reales. Otro monumento muy popular, aunque apartado en el lado sudeste, es el del husky siberiano Balto, considerado todo un héroe por su valentía al liderar un equipo de perros de trineo a través de condiciones extremas para entregar medicinas y salvar muchas vidas durante un brote de difteria en 1925.
A nuestro lado izquierdo quedaba Sheep Meadow. En el lugar en que antiguamente pastaban las ovejas, hoy en día se ha convertido en una extensa manta verde donde las personas se reúnen para tomar el sol o hacer un picnic. Nuestra sorpresa fue que estaba totalmente cerrado, pero en sus alrededores había zonas habilitadas para poder hacer picnic, así que no perdimos más tiempo y extendimos nuestra manta que traíamos desde casa. Fue muy agradable comer al sol y tener ese momento de paz y tranquilidad mientras veíamos como la vida fluía a nuestro alrededor.
Nuestro siguiente punto es muy fácil de encontrar, pues seguramente verás varios grupos de turistas andando en la misma dirección. Se trata de Strawberry Fields, el memorial a John Lennon, quien fue asesinado frente a su casa de Nueva York en el Edificio Dakota en 1980. Este espacio fue inaugurado en 1985 como un tributo a su vida y legado, se encuentra cerca del lugar donde Lennon solía pasear y disfrutar de su tiempo libre. El diseño de Strawberry Fields fue realizado por el arquitecto Bruce Kelly y se inspira en la canción de los Beatles "Strawberry Fields Forever". La zona está marcada por un mosaico central con la palabra "IMAGINE", en referencia a la famosa canción de Lennon, que fue donado por la ciudad de Nápoles. Este mosaico se ha convertido en uno de los puntos más fotografiados de Central Park y un lugar de peregrinaje para los fans de Lennon de todo el mundo.
Desde el lado oeste del parque, regresamos hacia el lado este, justo al final de The Mall, donde se encuentra el Naumburg Bandshell, un anfiteatro al aire libre que alberga actuaciones y conciertos, especialmente durante el verano. Una gran escalinata desciende hacia un techado adornado con azulejos y sostenido por llamativos arcos que convierten este lugar en un refugio para muchos artistas callejeros, creando un ambiente vibrante que cautiva a todos los que pasan por allí. Justo después de este punto se encuentra Bethesda Terrace, uno de los lugares más conocidos y pintorescos de Central Park. Esta majestuosa terraza, que ofrece vistas al Central Park Lake, está presidida por la Fuente de Bethesda, coronada por el Ángel del Agua, una escultura que se encargó como parte del diseño original del parque.
Siguiendo el camino que parte hacia el noroeste, llegamos a Bow Bridge, uno de los puentes más emblemáticos y encantadores de Central Park. Construido en 1862 y diseñado por el propio Calvert Vaux y el ingeniero Jacob Wrey Mould, es el segundo puente de hierro fundido más antiguo de los Estados Unidos. Su distintiva estructura curva, que se extiende sobre The Lake, no solo destaca por su belleza arquitectónica, sino también por el entorno que lo rodea: árboles frondosos, barcas navegando por el lago y los impresionantes edificios como el Dakota o el San Remo, que sirven de telón de fondo. Esta atmósfera idílica ha convertido a Bow Bridge en uno de los lugares más románticos de la ciudad, siendo el escenario ideal para muchas pedidas de mano. De hecho, durante nuestra visita fuimos testigos de dos propuestas de matrimonio, ambas con final feliz. También puede que fuera uno de los puntos donde más aglomeración de personas notamos.
Recorrimos los serpenteantes senderos que bordean The Lake, dejando en nuestras retinas hermosas imágenes hasta llegar al Central Park Boathouse, donde puedes alquilar una barca por 25$ la hora o disfrutar de una bebida en su restaurante, como hicimos nosotros para descansar un poco. Continuamos nuestro paseo hasta Conservatory Water, ubicado en el lado este del parque, cerca de la Quinta Avenida. Este pequeño lago, originalmente diseñado para albergar un invernadero, se ha convertido hoy en una popular atracción tanto para niños como para adultos. Aquí, entre abril y noviembre, puedes teledirigir un barquito de juguete durante media hora por 15$.
A orillas de este lago se encuentran dos estatuas muy queridas. La primera es la de Alicia en el País de las Maravillas, inspirada en la famosa obra de Lewis Carroll. Donada en 1959 por George Delacorte en honor a su esposa, la estatua muestra a Alicia rodeada de varios personajes de la historia, como el conejo blanco, el gato Cheshire y el sombrerero loco. Es una de las estatuas más visitadas del parque, especialmente por los niños que disfrutan interactuando con las figuras y subiéndose a ellas como hacía nuestro peque. La otra escultura es la de Hans Christian Andersen, el escritor de cuentos danés, erigida en 1956 para conmemorar el 150 aniversario de su nacimiento. Esta escultura muestra a Hans sentado en un banco sosteniendo su libro El patito feo mientras mira curiosamente un patito.
Y como la cosa parecía ir de cuentos, salimos un momento a la Quinta Avenida para ver una escultura que fue inaugurada muy recientemente, en 2023. Se trata de la figura en bronce de El Principito que fue expuesta para conmemorar el 80º aniversario de la obra de Antoine de Saint-Exupéry. Se encuentra en el jardín de la Mansión Payne Whitney, un edificio histórico que alberga la Librería Albertine donde entramos a curiosear. Esta encantadora librería es conocida por su impresionante techo pintado a mano, adornado con escenas celestiales que incluyen planetas y símbolos del zodiaco. Es un proyecto de los Servicios Culturales de la Embajada de Francia y se dedica a promover el intercambio intelectual entre Francia y Estados Unidos. Alberga más de 14.000 libros en francés e inglés, provenientes de más de 30 países francófonos, lo que la convierte en un verdadero refugio para los amantes de la literatura y la cultura francesa.
Regresábamos a Central Park, a la altura de la calle 79, con el propósito de visitar el Castillo Belvedere. De estilo neogótico, fue diseñado por los mismos creadores del parque e inaugurado en 1869 como parte de su diseño original. Su objetivo principal era servir como un hermoso mirador, de ahí su nombre, que en italiano significa "bella vista". Además de su función estética, el castillo desempeñó un papel científico y meteorológico al ser utilizado por el Servicio Meteorológico Nacional para realizar observaciones climáticas. Durante más de 50 años, fue un punto clave para la recolección de datos meteorológicos en Nueva York. Abierto hasta las 17 h, ya era tarde para nosotros, aunque pudimos contemplar las vistas hacia el lago Turtle Pond que ofrece su terraza.
Y con esto abandonábamos Central Park saliendo a la altura del Museo de Historia Natural. A pesar de haber dedicado prácticamente todo el día, solo habíamos explorado la mitad sur del parque, que concentra la mayoría de las principales atracciones. Antes de marcharnos, dimos un pequeño paseo para ver más de cerca el edificio San Remo y el Dakota, donde han vivido varios celebrities. Finalmente, salimos a Columbus Avenue, que es la continuación de la Novena Avenida, donde tomamos el autobús M11 y volver a nuestro hotel.
Para cenar y cerrar el día, fuimos a una de las hamburgueserías de moda de Manhattan, Black Iron Burger. Sus creadores son españoles, por eso veremos ingredientes tan particulares como el queso manchego o el jamón serrano y, actualmente, cuentan con dos establecimientos. Pedimos dos american burger. La carne, de black angus estaba muy buena y en un punto perfecto, pero se habían pasado con el picante que estropeaba un poco el sabor. El precio de las hamburguesas oscila entre los 15$ y los 21$; a lo que hay que añadir algún entrante o patatas, la bebida y la oportuna propina. Al final entre unas cosas y otras se puede ir la cuenta a más de 80$ dos personas.
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