Éramos 11 personas las que partíamos desde Valencia rumbo a La Rioja el viernes 19 de enero, aprovechando que el lunes era festivo en nuestra ciudad por San Vicente, patrón de Valencia. Previamente, reservamos una casa rural vía toprural.com. Se llamaba La carpintería del abuelo y está situada en el pequeño pueblo de Camprovín. Salió a 500€ para los 3 días y cumplía todas nuestras necesidades, ya que dos parejas viajaban con niños pequeños y necesitaban cuna.
Tras cerca de 5 horas de viaje, pagando unos 18€ de peaje por tomar la AP-68, llegamos sobre las 22h a nuestro destino. La casa era muy bonita, de estilo rústico con calefacción, lavadora, lavavajillas, terraza con barbacoa, baño privado en cada habitación y toda la equipación necesaria para pasar un estupendo fin de semana.
La primera noche decidimos realizar una cena dentro de la casa y, tras varias horas jugando a distintos juegos, nos fuimos a dormir, pues el día siguiente prometía.
Nos levantamos relativamente pronto. Teníamos una reserva a las 11.31h en la bodega Marqués de Riscal que se encuentra en Elciego, ya en La Rioja Alavesa del País Vasco. Tardamos unos 30 minutos en llegar. Las entradas las reservamos previamente por su página web http://visitas.marquesderiscal.com. El precio era de 12€ por persona. Lo más llamativo de estas bodegas es el Hotel Marqués de Riscal, diseñado por Frank Gehry - famoso arquitecto que también diseñó el Museo Guggenheim de Bilbao. Desde la bodega, además, hay unas bonitas vistas a Elciego, donde contrasta el carácter rústico del pueblo con los metales modernos utilizados en la construcción del hotel. La guía que nos acompañó nos explicó todo el proceso de fabricación del vino, desde la recolecta de la uva hasta su embotellamiento. Visita bastante interesante que finalizaba con una pequeña cata de vinos. Solo nos dieron a probar un vino tinto joven y un vino blanco. El total de la visita duró entorno a 2 horas.
Partimos hacia el bonito pueblo medieval de Laguardia, a 9 minutos en coche de Elciego. Este pueblo está incluido en el listado de los pueblos más bonitos de España y se caracteriza por estar amurallado. Los puntos más destacados son la Iglesia de Santa María de los Reyes, la Iglesia de San Juan, la Plaza Mayor y el Ayuntamiento. Éste último contiene un reloj compuesto por un cachimorro y dos danzarines vestidos con atuendos típicos que a las 12, 14, 17 y 20 horas danzan al ritmo de un pasacalle.
Para comer decidimos ir de pinchos. Entramos en dos restaurantes: Batzoki y Arbulu. Un par de pinchos en cada lugar acompañados de una copita de vino. Estaban ricos y algunos eran bastantes curiosos -como uno de lengua de vaca que probé-, pero soy de los que comen mejor de plato. Precios normales a partir de 2€ el pincho dependiendo de lo que fuera.
Siguiente parada: Logroño. Tardamos unos 20 minutos en coche en llegar. A las 16:30 ya estábamos allí. Logroño no fue una ciudad que me gustara, posiblemente fue lo que menos me gustó del viaje, pero tocaba ver también la capital de La Rioja. Dejamos el coche en el parking que hay a la entrada, en la calle del Norte, pues es algo complejo encontrar sitio -incluso en este inmenso parking es complicado. Lo primero que hicimos fue darle una vuelta a la Concatedral de Santa María de la Redonda y de ahí fuimos a la famosa calle Laurel, la zona de pinchos más emblemática de la ciudad. Posteriormente, tomamos algo por el Paseo del Espolón y terminamos en Wine Fandango. Este último local es un restaurante que por las tardes se convierte en un pub donde tomar copas de vino mientras escuchas música mezclada por un dj.
Para cenar volvimos a la calle Laurel, entramos dentro del Bar El Muro y comimos de nuevo de pinchos. Esta suele ser la hora punta y merece la pena dar una vuelta por esta calle para ver el verdadero ambiente de la ciudad.
Con esto finalizábamos el día y volvíamos a nuestra casita de Camprovín.
El domingo 21 partimos hacia San Millán de la Cogolla, a 20 minutos en coche de nuestra casa rural. Este pueblo situado a los pies de la Sierra de la Demanda, la cual estaba nevada, es famoso por el Monasterio de San Millán. Declarado patrimonio de la humanidad, está dividido en dos: Monasterio de Yuso y Monasterio de Suso -que viene a decir de abajo y de arriba en castellano antiguo.
Visitamos el Monasterio de Yuso que se encuentra en el mismo pueblo. La entrada cuesta 7€ y no vale para visitar el de Suso, que tiene ticket independiente por 4€. La visita es guiada y te muestra prácticamente todo el lugar a excepción de las celdas donde viven frailes de la Orden de Agustinos Recoletos. Una de las cosas más representativas de este lugar es su colección de códices y cantorales, preservados del paso del tiempo en una curiosa fresquera. Uno de estos códices tiene escrito por un monje unas glosas donde se usa por primera vez el idioma del pueblo. Es por esto que a este lugar se le conoce como la cuna de la lengua castellana. Además, Gonzalo de Berceo, primer poeta conocido de nuestra literatura, escribió sus versos en este mismo lugar.
Íbamos a visitar también el monasterio de Suso, pero finalmente, por un malentendido, nos quedamos sin visitarlo. Y es que las entradas se han de comprar en el mismo lugar donde se compran las de Yuso, nosotros pensábamos que se adquirían en el propio monasterio de Suso. Al tener horario de visitas guiado, ya se nos hacía tarde para el siguiente turno.
Partimos rumbo a Ezcaray, pero antes nos detuvimos en la carretera a unos pocos kilómetros de San Millán de la Cogolla. Las vistas del pueblo con la sierra nevada al fondo eran espectaculares y bien merecían estos minutos.
Unos 40 minutos tardamos en llegar a Ezcaray. Este pueblo, que vive básicamente del turismo al estar la estación de esquí de Valdezcaray a 22 km, se encuentra en la misma Sierra de la Demanda, a orillas del río Oja. Era un día soleado, pero el suelo estaba lleno de escarcha y pequeñas porciones de hielo se acumulaban creando pequeños montículos.
Habíamos reservado para comer en el restaurante Casa Masip, ya que tenía muy buenas críticas. Su especialidad era la carne. Comimos bastante bien y en abundancia suficiente. Unas cuantas tapas a repartir y un plato principal para cada uno. En mi caso me pedí carne de cierva con mantequilla de especias, manzana y salsa de calvados. Los precios de la carta estaban sin IVA por lo que luego nos asustamos un poco con el precio final. Salimos cerca de 45€ por persona. Precio alto, calidad de la comida muy buena.
Dimos una entretenida vuelta por el pueblo y terminamos viendo el atardecer en el río. Antes de abandonar nos tomamos algo cerca de la plaza del Conde Torremúzquiz.
Al llegar a nuestra casita rural, preparamos unas pizzas para cenar y a descansar.
Y así llegábamos a nuestro último día. Tras devolver las llaves partimos rumbo a Valencia, pero antes hicimos un par de paradas.
Primero paramos en Nájera, pueblo que estaba muy cerquita de Camprovín y con una amplia historia, ya que es el predecesor del Reino de Navarra. Paseamos por la orilla del río Najerín hasta que salimos a las afueras. En la montaña se veían una serie de cuevas en 5 alturas que fueron creadas sobre el siglo III y que han servido de refugio. Son visitables, pero en esos momentos estaban cerradas por restauración. Seguimos dando un paseo por el pueblo. Una persona mayor nos paró pensando que seríamos peregrinos del camino de Santiago. Nos estuvo contando varias cosas de Nájera y, muy amablemente, nos indicó el camino al Monasterio de Santa María la Real, lugar donde se encuentra el panteón de los reyes del Reino de Nájera-Pamplona. Aunque nos hubiera encantado visitarlo, no pudimos al ser el lunes día de cierre del monasterio.
Y para finalizar nuestro viaje, nos detuvimos en Tudela a comer y a visitar un poco la ciudad. Se encuentra a hora y media de Nájera, ya en la provincia de Navarra. Fuimos directamente al casco antiguo y preguntamos a la primera persona que nos cruzamos dónde podíamos comer. No nos percatamos de que éste estaba buscando en un contenedor de basura... aun así, el hombre, muy amable, nos dijo que le siguiéramos y nos llevó a uno de los restaurantes más famosos de la ciudad: Hostal Restaurante Remigio. Un gran acierto, un hostal con un restaurante interior con decoración clásica que hacía comida de vanguardia. Lo que pedimos estaba todo muy bueno y nos sorprendió un postre que, tras una gran presentación, su sabor fue algo decepcionante. Este hostal también es famoso porque en su día se hospedó Gustavo Adolfo Becker.
Lo siguiente que hicimos fue visitar la Plaza de los Fueros, una bonita plaza que se construyó para acoger corridas de toros. Posteriormente, tras callejear un poco, visitamos por fuera la Catedral de Santa María que data del siglo XII. Lo más destacado de la catedral es la puerta del Juicio que representa mediante un arco dividido en 8 arquivoltas el Juicio Final separando los condenados de los bienaventurados.
Y con esto finalizamos nuestra excursión. Un puente bien aprovechado en el que conocimos un poco La Rioja.
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