Aprovechando que el día del trabajador caía en lunes, fuimos en familia a visitar Londres. Mis padres, mi hermana, mi cuñado, los padres de este y yo éramos los afortunados. Partimos el viernes 28 de abril con British Airways y regresamos el lunes 1 de mayo con Easyjet.
Aterrizamos en el aeropuerto de Gatwick con una hora de retraso, sobre las 20h. Teníamos contratado los traslados de aeropuerto al alojamiento y viceversa. La reserva la realizamos en la web de civitatis. La ida duró 1 h y 15 min y la vuelta 1 h 45 min por el tráfico. Algo que no nos gustó nada es que a la ida no nos dejaron en la puerta del alojamiento, sino en una calle perpendicular sin que supiéramos a ciencia cierta donde debíamos de ir. Para rematar, el conductor no era el que teníamos asignado, por lo visto estaba haciéndole un favor al que nos tenía que haber hecho el traslado.
Llegamos a Black Lion, nuestro B&B (bed and breakfast). Se trata de un pub típico inglés con habitaciones para hospedarse. Está situado en el 274 de la calle Kilburn, en el barrio de Camden. Teníamos reservadas 4 habitaciones, todas bien equipadas, aunque alguna de ellas con el baño un tanto pequeño y las almohadas muy planas. A mis padres le debieron de dar la "suite" porque era más grande de lo normal y, además, equipada con cocina. En general estaba muy bien para tratarse de un B&B. La comida del pub estaba buena, nos vino genial pues cenamos dos noches allí. El desayuno que te incluía nada a destacar: cereales, tostadas, café, leche, yogurt, algún bollo...
Como era ya de noche, decidimos cenar en el pub y descansar. Por cierto, la cerveza Camden está muy rica.
Sábado 29 de abril
Nos levantamos lo más pronto que nos dejó el horario del desayuno, que empezaba a las 8h. Mientras cogíamos todo lo necesario para empezar un largo día de turismo, mi hermana y mi cuñado fueron a por las tarjetas de metro. Compramos la Oyster Card que tiene un depósito de £5 que recuperas cuando devuelves la tarjeta. Funciona a modo de monedero y te va descontando por los viajes que vas realizando con un límite de £6.5 diario — es decir, una vez llegas al límite no te descuenta más en el día y puedes seguir viajando. Es muy aconsejable.
Cogimos el metro en la estación de Kilburn y nos bajamos en Notting Hill Gate. Paseamos por la pintoresca y colorida calle de Hillgate Place y de ahí nos dirigimos al mercado de Portobello, famoso por sus tiendas de antigüedades. Los sábados por la mañana este mercado se llena de puestos callejeros y es un bullicio de gente. A medida que iban pasando los minutos eran más y más los turistas que se iban acercando.
Volvimos a Notting Hill Gate para dirigirnos a Kensington Garden. Allí se encuentra Kesington Palace, lugar de residencia de la monarquía desde hace más de 300 años. Entre alguna de las personas más ilustres que estuvieron viviendo en este palacio se encuentra la Princesa Diana. Estuvimos paseando por sus preciosos jardines y fuimos haciendo camino hasta llegar a Hyde Park.
Hyde Park es el parque más grande y antiguo de Londres. Sus más de 140 hectáreas lo convierten en el pulmón de la ciudad. Es un lugar ideal para hacer un picnic, tomar el sol en una de las tumbonas de alquiler, dar un paseo en barca o hacer cualquier actividad deportiva al aire libre. Estuvimos dando un largo y agradable paseo y salimos por la puerta que da al Arco de Wellington que conmemora las victorias británicas en las Guerras Napoleónicas.
Sobre las 12 h subimos al metro en Hyde Park Corner y bajamos en Westminster. Al salir de la parada teníamos ante nuestros ojos el famoso Big Ben. A pesar de las veces que lo habré visto en televisión, impresiona verlo. Es precioso. La torre contiene en su interior una enorme campana y en su exterior el reloj de cuatro caras más grande del mundo. En realidad, Big Ben es el nombre de dicha campana y Elizabeth Tower el nombre de la torre, que forma parte del Parlamento.
Fuimos al puente de Westminster, pero solo anduvimos un primer tramo donde hicimos fotos del London Eye, la famosa noria que se ha convertido en uno de los símbolos de la ciudad.
A las 13.30 h entramos a la Abadía de Westminster que se encuentra al otro lado del Parlamento. Compramos las entradas previamente en www.westminster-abbey.org. El precio fue de £20, los estudiantes y jubilados tienen descuento. Es muy recomendable comprarlas anticipadamente para evitar las largas colas que se forman en taquilla. En la web se puede consultar también los horarios para el día de visita. Al entrar te entregan una audioguía, bastante útil para no perderte ningún detalle y conocer bien la historia del templo más antiguo de la ciudad. La Abadía es el lugar de coronación desde el año 1066 y para ello se ha usado un trono de madera que data del siglo XI. También allí se celebró la ceremonia de entierro de Lady Di. El interior es impresionante y de obligada visita. Dentro están las tumbas de numerosos reyes y reinas de Reino Unido y personajes ilustres como Charles Dickens, Lewis Carroll, Isaac Newton o Charles Darwin. Destinamos algo más de una hora.
Al finalizar la visita, fuimos a comer a uno de los locales de la famosa cadena de comida orgánica Pret a Manger, en concreto al que se encuentra en el número 47 de Great Peter Street. Tras esto, y debido a la agotadora mañana que llevábamos, los padres de mi cuñado cayeron rendidos y decidieron volverse al pub donde nos hospedábamos.
Continuamos nuestro recorrido por el bonito parque de St James. Salimos por el Horse Guards Parade, un gran campo de desfile que fue la sede de la Armada Británica. Finalmente llegamos al Palacio de Buckingham, la residencia oficial de la Familia Real Británica — aquí es donde se realiza el famoso cambio de guardia, el cual no vimos por cuestiones de tiempo.
El siguiente punto fue Trafalgar Square, una plaza que conmemora la victoria de la Armada Británica frente a la Española y Francesa en la batalla de Trafalgar. En el centro se encuentra la Columna de Nelson, comandante de la armada, rodeado por cuatro leones hechos con el bronce fundido procedente de los cañones de la flota francesa. En la parte Norte de la plaza se localiza el famoso museo de arte National Gallery. Cuando llegamos estaba llena de gente; al parecer estaban celebrando algún tipo de evento.
A continuación, cogimos el metro para ir a Covent Garden, un lugar con artistas callejeros, tiendas y mercados. Entramos dentro de Apple Market, que es un mercado techado muy bonito lleno de tiendas; la parte de abajo está destinada a pubs y restaurantes. Paseamos por Neal's Yard, una plaza escondida entre edificio cuyas fachadas son toda una explosión de colores, tenía muchísimo encanto.
Nos volvimos a subir al metro y bajamos en Oxford Circus. Vimos los exteriores de los almacenes Liberty, situados en Regent Street, un edificio de estilo tudor con enormes vigas de madera construido en 1875. Continuamos por Carnaby Street, una calle peatonal muy adornada llena de tiendas de moda. Nos paramos en un pub que se llamaba Shakespeare's head a tomarnos unas pintas.
Sobre las 19:30 h estábamos paseando por las calles del Soho, barrio conocido por sus pubs, clubs y restaurantes. Además, es el principal barrio de ambiente LGBT de Londres. También está considerado el barrio rojo de la ciudad por sus sex shops, librerías eróticas, burdeles y teatros eróticos como The Windmill.
Llegamos a Picadilly Circus, la famosa plaza de carteles luminosos que por desgracia estaba en reformas. Por lo visto, hasta otoño, los 6 grandes carteles luminosos permanecerán apagados y serán sustituidos por una nueva mega pantalla curva de última tecnología. Los carteles estaban tapados por otros carteles planos sin iluminación. Esta plaza, que se encuentra gobernada por la fuente de Eros, está considerada como el "centro" de Londres.
Con todo esto, nos subimos al metro para volver a nuestro Black Lion y cenar en el pub. Día muy completo, quizás demasiado en tan poco tiempo.
Domingo 30 de abril
Una vez desayunados, fuimos a visitar la Torre de Londres. Para ello tomamos el metro y bajamos en Tower Hill. Para llegar a esta estación teníamos que coger la línea circular que es un tanto liosa, bastantes turistas estaban confusos con esta línea y nosotros no fuimos menos ya que no está muy bien indicada y por sus vías circulan otras líneas.
Llegamos a las 10h. Teníamos las entradas compradas previamente por internet en la web oficial: http://www.hrp.org.uk/tower-of-london. Además, sale más barato hacerlo online ya que tiene un coste de £24 mientras que en taquilla valen £28. Las entradas se recogen en el Group Ticket Office con el email de confirmación. En nuestro caso, al haber tantísima gente, no hizo falta canjear las entradas y pudimos entrar directamente.
La Torre de Londres es un castillo cuya primera torre data de 1078 y fue construido por Guillermo I. Ha tenido las funciones de residencia real, fortaleza, prisión y actualmente alberga las joyas de la corona. La guardia de la Torre está al cargo de los famosos Beefeaters que hoy en día forman parte de un reclamo turístico más. Algo que llama la atención es la cantidad de cuervos que hay y es que, según cuenta la leyenda, el día que los cuervos desaparezcan la Torre se desplomará y el reino desaparecerá. Para que esto no ocurra está el Maestro de los Cuervos que se encarga de cuidar y cortar el extremo de una de las alas para que no escapen. La visita nos llevó sobre una hora y media a pesar de que no vimos todas las instalaciones del recinto.
Salimos por una puerta que daba directamente a Tower Bridge, lo que en mi opinión es el mayor símbolo de la ciudad. Este maravilloso puente levadizo de estilo victoriano fue construido en 1894 por la necesidad de abrir un nuevo paso por el río Támesis debido al desarrollo económico en la parte Este de la ciudad. Al estar el antiguo puerto situado entre el Puente de Londres y la Torre de Londres, el puente no podía ser fijo para no cortar el paso de los barcos. Hay una exposición que muestra cómo funcionaba el sistema de elevación por medio de una máquina de vapor, actualmente ha sido sustituido por un sistema eléctrico. Nosotros no la visitamos, pero disfruté haciendo fotos desde todos los ángulos — recomiendo verlo desde la fuente de la niña y el delfín — y atravesándolo de punta a punta.
Cruzamos a la orilla Sur del Támesis y pasamos por delante del curioso ayuntamiento de la ciudad, su forma ovalada le otorga un aspecto futurista. Fue construido en 2002 y en su diseño contó con la colaboración de Norman Foster.
Nos dirigimos hacia The Shard, el mayor rascacielos de la Unión Europea con 310 metros de altura. Fue inaugurado en 2012 y hoy en día es uno de los edificios más emblemáticos de Londres. Su aspecto piramidal y acristalado no pasa desapercibido, es imposible no distinguirlo. Su interior contiene 87 plantas en las que se encuentran oficinas, restaurantes, un hotel de lujo, apartamentos y un mirador. Nosotros teníamos entradas sacadas para el mirador, las compramos en su web oficial: https://www.theviewfromtheshard.com/en/tickets-prices/general-admission. El precio es de £15.95 si compras para el turno de las 10 h, 13.30 h o 21 h, para el resto de horarios son £25.95 — mejor consultar la web ya que puede variar. Las vistas en 360º son alucinantes, la ciudad entera parece una maqueta a esas alturas. Recomiendo entrar incluso en los baños, sus paredes también están acristaladas...
Fuimos a comer a The Old Thameside Inn, un pub de comida típica inglesa situado a la orilla del Támesis junto a la reproducción del Golden Hind — un barco que dio la vuelta al mundo. Me pedí el típico fish and chips y una pinta de cerveza artesana propia del pub.
Sobre las 15.30 h visitamos el Shakespeare's Globe Theatre, una réplica construida a 200 metros del teatro original el cual sufrió un grave incendio que lo destrozó por completo. Shakespeare pudo interpretar allí algunas de sus obras con más conocidas. El precio de la visita es de £16 e incluye guía en inglés y un folleto explicativo en el idioma que prefieras. Se me hizo un tanto aburrido y pesado, además, casi me duermo sentado en las gradas del teatro mientras el guía contaba la historia y algunas anécdotas.
Cruzamos por el puente de Londres para llegar al Monumento al Gran Incendio. Esta columna dórica que está coronada por una llama dorada, tiene 61 metros de altura y está justo a 61 metros de donde se inició el Gran Incendio de Londres de 1666 que arrasó la ciudad medieval.
Continuamos andando hasta Leadenhall Market, un mercado techado de estilo victoriano que data del siglo XIV. Los domingos está cerrado, pero vale la pena pasar por allí. Como curiosidad, aquí se rodaron escenas de la película Harry Potter y la piedra filosofal.
Subimos al metro para bajar en Picadilly Circus. Visitamos la tienda de M&M's situada en Swiss Center justo enfrente de la tienda de Lego. Sitio perfecto para comprar algún que otro regalito o algún capricho chocolateado. La tienda tiene 3 plantas y aunque supuestamente cerraba a las 18h, nosotros salimos de allí a las 18.30 h y aun estaba llena de gente.
Continuamos por Chinatown, el famoso barrio chino situado en el Soho. El rojo es el color característico de este barrio repleto de farolillos de papel. Sus calles están llenas de restaurantes y tiendas, son pocos los que realmente residen en este barrio comercial. Los precios son baratos y hubiera sido una zona perfecta para cenar si no llega a ser porque entre nosotros había alguno que no le hacia buenos ojos a este tipo de comida. Había bastante ambiente y el Soho comenzaba animarse.
Pasadas las 19 h volvimos al metro para ir a cenar a un restaurante italiano que estaba cerca de nuestro alojamiento, se llamaba Ciao Ciao Italia. Con esto finalizamos el día.
Lunes 1 de mayo
Últimas horas en Londres, nuestro vuelo de regreso era a las 16.50 h por lo que disponíamos de toda la mañana.
Fuimos de nuevo a visitar el Big Ben ya que nos quedamos con la sensación de que apenas lo habíamos visto. Cruzamos el puente de Westminster entero, me fijé que cada pocos metros había flores y es que había pasado poco más de un mes de un atentado yihadista. Esta vez pudimos ver bien el Palacio de Westminster que alberga las dos cámaras del Parlamento del Reino Unido y está declarado Patrimonio de la Humanidad. Hay algo curioso, y es que, aunque la torre del Big Ben parezca la más alta, no lo es. Victoria Tower, la torre situada en la parte Suroeste del edificio, le supera en poco más de 2 metros.
Cogimos el metro para bajar en Camden Town a las 10.30h. Nuestra última visita iba a ser los mercados de Camden. Este lugar fue en su día el centro de la escena alternativa londinense, pero hoy es una atracción turística más siendo uno de los lugares más visitados. Sus distintos mercados ofrecen productos de artesanía, suvenires, ropa de estilo gótica, puestos callejeros de comida, etc... Lo más llamativo sin dudas son las fachadas de las tiendas de la calle Camden High Street, todas con figuras personalizadas en relieve que orientan al comprador que es lo que puedes encontrar dentro. Otra parte bastante pintoresca es el Camden Canal Market, una zona de canales con muchos puestos de comida. Por último, también destacar el Stables Market que es el mercado más grande de Camden y está construido sobre lo que fueron los antiguos establos de una compañía ferroviaria; el punto más icónico de aquí es Cyberdog, una tienda futurística cyberpunk.
Tras hacer varias compras, sobre las 12 h cogimos el metro en Chalk Farm para volver a nuestro Black Lion y tomarnos unas últimas pintas mientras esperábamos a nuestro transfer para el aeropuerto. Fueron 2 días y medio muy intensos en los que vimos muchísimas cosas. Una buena toma de contacto con Londres, ciudad a la que tendré que volver con más tiempo y disfrutar de una manera más relajada. Mis pies echaban humo tras tantos kilómetros recorridos en tan poco tiempo.
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